En el espacio se producirán rábanos, pepinos, lechugas y fresas; con lo que es un gran paso hacia un abastecimiento de verdura fresca para austronautas

Bremen, Alemania.- Paul Zabel es ingeniero aeroespacial, pero pronto se convertirá en horticultor durante un año en un lugar extremadamente inhóspito: la Antártida.

En un par de meses, Zabel, de 30 años, cultivará por encargo del Centro Alemán de Investigaciones Aeronáuticas de Bremen (DLR) rábanos, pepinos, lechuga y, si todo marcha bien, hasta fresas en un invernadero próximo a la estación científica Neumayer III.

Zabel quiere cosechar entre cuatro y cinco kilogramos de verdura cada semana con el objetivo de abastecer al equipo que trabaja en la estación. El puesto de trabajo del ingeniero será un contenedor especial convertido en invernadero, donde Zabel también examinará en detalle una pequeña parte de su cosecha.

La horticultura en la Antártida es un paso hacia una visión mayor, en concreto, el abastecimiento con verdura fresca para astronautas que participan en misiones de larga duración, por ejemplo en posibles viajes a Marte.

Según Daniel Schubert, jefe de proyecto del DLR, “la Antártida ofrece un entorno experimental óptimo debido a sus condiciones climáticas extremas de hasta 40 grados bajo cero”. Un tema central es el aislamiento al que se ve sometido un grupo de nueve expertos del instituto alemán Alfred-Wegener de investigación polar y marina, ya que el equipo permanece de finales de febrero hasta finales de octubre en la estación científica Neumayer III, y durante este período no puede ser abastecido.

Los invernaderos ya no son tan raros en la Antártida, pero el contenedor desarrollado en Bremen bajo la dirección del DLR es extraordinario porque se trata de “un sistema cerrado”, explica Schubert.

La base científica suministra solo electricidad y datos, el cultivo tiene lugar en un contenedor esterilizado de 20 pies equipado con lámparas LED, sin tierra ni pesticidas. Las raíces son rociadas con una solución nutriente cada diez minutos mediante un procedimiento dirigido por computadora.

Las pruebas realizadas en Bremen son prometedoras. Según Schubert, “las plantas crecen más rápido y son más productivas que en la naturaleza”.

Los vegetales a bordo de una nave espacial o en Marte no sólo permitirían abastecer a la tripulación con alimentos fescos. Con este método “podemos generar oxígeno y obtener agua potable”, indica Schubert. Durante una misión a Marte, que puede durar tres años, el aspecto psicológico también es importante, ya que “algo verde tiene un efecto positivo en la mente humana”, destaca Schubert.

De momento, los científicos en la Antártida serán quienes podrán aprovechar las verduras frescas. El invernadero especial será instalado a 400 metros de la estación

Neumayer III a finales de diciembre, Paul Zabel comenzará a cultivar vegetales en enero. “Serán las plantas mejor controladas del mundo”, comenta el ingeniero, que enviará imágenes a diario al centro de control de Bremen. Los datos serán evaluados luego por científicos de todo el mundo.